El ex sacerdote católico y sociólogo marxista belga, fundador del Centro
Tricontinental de la Universidad de Lovaina reflexionó sobre los
alcances de la crisis capitalista, y expuso propuestas de alternativas y
soluciones, dejando en claro que no se trata de rehabilitar al sistema
sino de transformarlo radicalmente. La utopía es más necesaria que
nunca, añadió. Su eje debe ser la defensa de la vida, hoy amenazada
por la ideología de la maximización de la ganancia aún en tiempos de la
crisis terminal del sistema capitalista.
Estaban presentes en la conferencia, entre otros, el titular de la
Central de Trabajadores de la Argentina, Pablo Micheli, los integrantes
de la Mesa Nacional, Daniel Jorajuría (Gremial) Juan Carlos Giuliani
(Relaciones Institucionales), Fernando Acosta (Interior), Horacio
Fernández (Contabilidad y Finanzas), Jorge Cardelli (Formación y
Capacitación), Carlos Ferreres (Discapacidad) junto a numerosos
dirigentes de sindicatos nacionales y provinciales y secretarios
generales de las provincias.
Para Houtart vivimos en una profunda crisis de la civilización
occidental moderna, nacida de la expoliación del denominado nuevo
mundo al amparo del genocidio y del pensamiento eurocéntrico que
posibilitó el desarrollo del capitalismo mercantilista en un primer
momento e industrial-extractivista y financiero-informacional, más
tarde.
El pensador divide la crisis actual en varias dimensiones. La
alimentaria, signada por el aumento en los precios de los productos
agrícolas en los últimos años, y los movimientos de capitales
especulativos hacia este sector de la economía mundial.
Houtart señaló además que la crisis energética, al ritmo de
crecimiento de los niveles de consumo actuales, provocará el agotamiento
de fuentes energéticas fósiles y minerales en un período de 50 años.
Esto incrementa los proyectos de explotación de la agro-energía y la
crisis del cambio climático, uno de cuyos efectos es la migración de
grandes sectores de población hacia las zonas centrales, multiplicando
la pobreza. Sólo en los próximos cincuenta años 60 millones de
campesinos dejarán sus tierras y migrarán a las ciudades, ejemplificó.
Puso enfásis en la crisis de hegemonía política y económica- de los
Estados Unidos, la potencia otrora dominante, que ahora afirma sus
espacios de dominación a partir del despliegue de su fuerza militar:
las invasiones y golpes de Estado en Medio Oriente o la instalación de
bases militares en zonas geopolíticas y geoeconómicas estratégicas en
América Latina, una de las principales reservas de recursos naturales
del planeta. En este sentido recordó que ya son 700 las bases
estadounidenses instaladas en todo el mundo y que desde el fin de la
Guerra Fría, lejos de reducir sus gastos en armas, la potencia del Norte
ha ido aumentándolas en su rol de policía del planeta.
«En el origen de esta crisis -reflexionó- subyace la lógica de
acumulación del capitalismo, que ignora deliberadamente las
consecuencias de sus actos y nos pone frente a la crisis civilizacional actual.
Toda lectura de esta etapa del desarrollo capitalista
no puede quedarse en la estrecha interpretación que intenta caracterizarla
solamente en su perspectiva financiera», subrayó.
Houtart propone como urgente el replanteo profundo de los paradigmas
dominantes de la civilización moderna, en particular, del modelo de
desarrollo neoliberal, que hoy amenaza la supervivencia de la Humanidad.
El otro mundo posible que plantea requiere revertir la ideología de
dominación de la naturaleza, inseparable de la historia del colonialismo y
el capitalismo, para forjar, en su lugar, una relación basada en el
respeto y la conciencia de los vínculos profundos que existen entre el
medio ambiente y el ser humano.
«La economía debe ser redefinida como una actividad necesaria para
reproducir la vida cultural y espiritual y al tiempo, terminar con el
dogma capitalista que coloca el valor de cambio por encima del uso de
las cosas», dice. El intelectual cree que nada de esto es posible sin la
democratización social y política, a todo nivel: desde las relaciones
humanas más básicas, hasta las instituciones políticas estatales y los
organismos internacionales. Subrayó la necesidad de «una sociedad con
oportunidades para todas las culturas, todas las religiones, todas las
filosofías y los saberes.
Para llevar a buen puerto esta propuesta necesita de un análisis y
una acción común de las fuerzas sociales empeñadas en el cambio y el
bien común. Houtart cree que más que nunca la utopía es necesaria, que
el mundo nuevo está al final de un largo camino que puede ser doloroso,
difícil, pero que es necesario enfrentarlo sin refugiarse en el olvido y la desmemoria.
Insistió en el poderío militar de los Estados Unidos y resaltó que la relación
de fuerzas no está a favor de quienes luchan por alternativas a la hecatombe
final que plantea la agonía capitalista. Para el
intelectual marxista el corazón de esa utopía necesaria no es sino una
nueva ética basada en el respeto por la vida, en lugar de la voracidad
de lucro que caracteriza al reino del libre Mercado.
Al cerrar la jornada de formación, el secretario general de la CTA,
Pablo Micheli, agradeció la presencia y las enseñanzas de François y
resaltó no sólo su compromiso con el conocimiento sino también con la
práctica: «François ha sido invitado por Frai Betto a la Cumbre de los
Pueblos y también a Corea por su Central de Trabajadores. Nosotros
tenemos un papel muy importante porque hemos decidido asumir la
conducción de una Central de masas por eso las jornadas de formación son fundamentales y ésta ha sido un lujo». Micheli finalizó retomando
palabras de Rosa Luxemburgo: «No hay revolución sin teoría».